–Esto no es nada. Ayer sábado había muchos más. ¡En la cima de Aneto contamos entre 80 y 100 personas!
Es mayo y la nieve escasea este año en el Pirineo. Todo bicho viviente con tablas en lugar de pies se concentra en Benasque.
En un primer momento las cimas nos parecen cercanas, rápidamente asequibles por los despejados campos de nieve. Las proporciones engañan, nuestro cerebro es incapaz de interpretar los datos que le envían los ojos, de comprender las dimensiones reales del paisaje. Pero como decía el filósofo el hombre es la medida de todas las cosas, y basta fijarse en la multitud de puntitos negros desperdigados, subiendo lentamente por la blanca inmensidad del glaciar de la Maladeta, para percatarse de la magnitud de este escenario.
La aparentemente estable congregación se renueva sin cesar. Constantemente, pequeños grupos la abandonan camino de la cima o el valle, mientras que otros, recién llegados, los sustituyen.
El estrecho corredor, por el que circula sin descanso una procesión en ambas direcciones, no supone ninguna dificultad, y pronto nos encaramamos en los grandes bloques de granito que conforman la exigua cumbre de la Maladeta (3.308 m). La mirada recorre el horizonte, sobrevolando la ingente cantidad de cimas que nos esperan, y se detiene en el Aneto, en cuya cumbre se adivina un enjambre de personas haciendo cola para cruzar el Paso de Mahoma…
La gran pala que lleva al Portillón Superior. Sólo en esta foto cuento casi 70 puntitos... |
Ascendiendo por el Glaciar de la Maladeta. Al fondo el Pico y el corredor de acceso |
En la base del corredor del Collado de la Rimaya |
Jon en pleno corredor. El picnic se ha quedado abajo |
Tras salir del corredor, sólo queda una suave ladera hasta la cumbre |
Cima de la Maladeta. Al fondo el Aneto |
Momentos pre-cerveza en La Renclusa... |
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