16 mar 2013

Petretxema

Una montaña peculiar


El Petretxema es un clásico de nuestro Pirineo cercano. Junto con la Mesa y el Atxerito forman la atractiva trilogía de picos de Linza.

Sin embargo, es también una montaña peculiar, pues posee la originalidad de ser bicéfala, es decir, cuenta con dos cimas separadas por una profunda brecha de difícil acceso que complica el paso de una a otra. Una sensación frustrante para algunos montañeros pues aunque son unos pocos metros es necesario tener conocimientos y material de escalada para superarlos.

Podría decirse asimismo que es una montaña bipolar. Reconozco que el uso de este adjetivo en este caso está traido por los pelos, pero creo que sirve para explicar el carácter tan singular de este pico. En realidad, es como si fueran dos montañas en una. Incluso desde el lado sur de la cordillera las diferenciamos con el nombre: Petretxema y Aguja Grande de Ansabere.

Una misma montaña, dos cimas, dos historias de alpinismo totalmente opuestas (o complementarias, según se mire). La Gran Aguja de Ansabere es una dramática muralla de roca, escenario de épicas escaladas y alguna tragedia, sólamente al alcance de escaladores experimentados. Por contra, el Petretxema, con su empinada cima de hierba y bloques de piedra, se conforma con su papel de cumbre clásica de fácil acceso, muy frecuentada por los montañeros.

Pero cuando llega el invierno, el Petretxema, tan accesible en verano, se transforma a su vez –como tantas otras montañas– en una cima altiva, con una cresta vertiginosa a la que la nieve –la increible cantidad caida este invierno– el hielo y, además, como en nuestro caso, el viento y la niebla proporcionan carácter y exigen compromiso.

En definitiva, una montaña espléndida a la que acudir, tanto a pie como escalando, en verano como en invierno.



El refugio de Linza. Sobre el bosque asoma la cima del Txamantxoia 

Cielo despejado, temperatura moderada. El día promete.

Desde este lado del valle, el Txamantxoia parece una pirámide perfecta.


La mañana invita a relajarse. A la izda. Ezkaurre, a la dcha. Txamantxoia.
La vista sobre Txamantxoia y Ezkaurre es magnífica.
Al fondo, la cima redondeada de Atxerito.

Por fin aparece el Petretxema.

A medida que ascendemos, las nubes nos van cerrando el horizonte.
En la cumbre, la niebla y el viento nos ocultan el paisaje.
Enfrente, la cima de la Gran Aguja de Ansabere aparece fantasmagórica.

En el descenso, pequeños claros entreabren con dificultad las pesadas nubes

El refugio de Atxerito, solitario como siempre, es uno de mis preferidos.



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